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Carrito

“La tierra nuestro cuerpo
El agua nuestra sangre
El viento nuestro aliento
Y el fuego nuestro espíritu”
*Canto rezo indígena a los cuatro elementos.

Esta noche, el sol ingresa al signo de Cáncer, y junto con la Luna y sus nodos, nos sumerge en las profundas aguas de la Madre Universal.

Cuando el Sol entra en Cáncer, es tiempo de hibernar, entrar al centro del propio ser y al menos intentar escucharnos mejor, sentir lo que nos pasa, aunque sea incómodo. El invierno y su energía (Cáncer, Leo, Virgo) nos traerá al presente, al cuerpo que habitamos, al tiempo necesario antes de la siembra. El ciclo actual nos quiere atentos, pero no a lo que está pasando allá afuera, sino a todo lo que se ha removido dentro y que ya definitivamente no volverá a ser lo mismo. El tiempo nos quiere ligeros de equipaje mental para que nos atrevamos a sentir algo más profundo.

Son días de introspección y contemplación. Vivimos un tiempo cualidad sin precedentes para todos quienes co-habitamos aquí y ahora. Estamos siendo testigos de radicales transformaciones en el cuerpo planetario, en sus ríos y glaciares, en nuestro suelo y sus minerales. En correspondencia, estamos transmutando aspectos ya caducos, arraigados en nuestra psiquis colectiva, en nuestras maneras de habitar y relacionarnos con este planeta por varios centenios.

El comienzo de este año astrológico (equinoccio de Otoño, Marzo 2020), dio claras señales de alerta. El fuego Ariano nos pidió comenzar a calentar el hogar interno, pues pasaríamos más tiempo que el acostumbrado en contacto con nuestro Ser.

Entramos en el gran pórtico que dibujan la Luna y el Sol en Cáncer. En este Solsticio de Invierno, se forma también un potente eclipse anular de Sol, que marca el final de un ciclo de Eclipses en este eje (Cáncer/Capricornio), y un gran inicio al nuevo ciclo de Eclipses en Géminis y Sagitario.
La energía de Cáncer, madre de madres, nos empapa con luz de luna, y amorosamente nos arrulla con el latir de su corazón. Somos Agua, nos dice, y nos recuerda que en el centro de nuestra existencia debe estar la vida y el amor.

Entre el Equinoccio y el Solsticio, nuestras vidas han sido sacudidas, paralizadas, removidas en lo más profundo, en diferentes áreas y dimensiones de nuestra vida personal y colectiva. En Abril comenzaron a retrogradar los grandes agentes de cambio (Saturno, Plutón y Júpiter) dando pie a un tiempo de mayor reflexividad en torno a los hechos que nos rodean. Luego en Mayo, Venus comienza su introspección y los nodos dan sus últimos pasos en el eje Cáncer/Capri. Finalmente en Junio, Mercurio se une a la danza invertida, y todo juntos, nos ponen frente a frente a nuestra alma, para que continuemos sincerándonos.

Los planetas retrógrados son parte importante del telón de fondo de este nuevo amanecer. Pues nos sirven como despertadores de una consciencia colectiva que ha estado dormida. Y así como se manifiesta ahí afuera, ahí dentro nos vemos forzados a remirar lo que hay, deshilvanar viejos bolsillos, pesados de recuerdos añejos, sobre dolores pasados de nuestro ego herido, para reconciliarnos con nuestro SerNaturaleza.

Este Solsticio, al coincidir con un Eclipse de Sol (la individualidad/cuerpo mental/Masculino), siendo eclipsado por la Luna (lo familiar y colectivo/ cuerpo emocional/Femenino), nos invita a suspender las falsas certezas de separación, la supuesta objetividad y las creencias de superioridad respecto a los otros seres sintientes, y nos lleva al mundo de lo femenino, el suelo fértil y húmedo, donde una nueva consciencia Eco-Social puede emerger con la fuerza de un roble milenario.

Como humanidad nos debemos una reconciliación con nuestra naturaleza femenina. Necesitamos tomar consciencia de Gaia, el espíritu de nuestra madre, que nos acoge con amor incondicional, a pesar de todo lo que le hacemos…y nos hacemos.

En este Solsticio, podemos intencionar la creación de un nuevo tiempo, que nos permita regenerar nuestro SerTierra en el Mundo. Nos estábamos transformando en autómatas, consumidores, especuladores, insensibles. Tal vez por egoísmo, tal vez porque nos duele demasiado el Mundo. Pero ese ritmo frenético, ha caído por su propio peso.

Según Joanna Macy, autora que profundiza en este concepto: “el dolor por el mundo”, nos dice que hay fuerzas psicológicas que nos permiten reprimir este dolor, tales como el temor (a sentir dolor, desesperanza, culpa o causar angustia a otres), sumado a una pérdida de confianza en nuestra inteligencia y capacidades individuales para generar cambios concretos. A un nivel más profundo, es que nos sentimos separados entre nosotros y con la naturaleza. Sin embargo, ese dolor tiene una función en el gran sistema: “El dolor es el precio de la conciencia en un mundo amenazado y en sufrimiento. No es solo natural, es un componente absolutamente necesario en nuestra curación colectiva. Como en todos los organismos, el dolor tiene un propósito: es una señal preventiva que provoca una acción de recuperación.”

Darnos cuenta del estado del mundo duele, pero al mismo tiempo nos re.conecta con la matriz de la cual somos parte. La ilusión de fragmentación comienza a romperse, y brota la consciencia de la unidad Solar y Cósmica que verdaderamente somos. Esta nueva sensibilidad nos abre la puerta de mentes y corazones, para percibir que todos los seres vivientes somos, y siempre hemos sido, parte esencial de la trama de la vida.

Todo lo que estamos viendo morir en este tiempo, es abono para revitalizar nuestras bases emocionales colectivas. Todo caos un día será un nuevo orden y viceversa. Hemos elegido encarnar en tiempos de transición y regeneración….¿Qué lugar le darás al amor en tu nuevo día?

Les deseo un calmo y acogedor Solsticio en Cáncer. Somos un río, y tarde o temprano, volveremos al Mar. Volveremos a Amar.

Mónica Sagredo G.
Socióloga – Astróloga – Coach Integral
Astrología Conectiva