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Carrito

“El tiempo pasa y la sabiduría queda.
Cambia sus formas y sus ritos
pero en todas las épocas se basa en el mismo fundamento:
la integración del ser humano en la naturaleza,
en el ritmo cósmico.” Hermann Hesse

¿A qué nos invita Virgo hoy?

Entramos en el sexto peldaño de la espiral zodiacal: la vibración que llamamos Virgo.
Cuando hablamos de Virgo, hablamos de la tierra. Cuando decimos tierra, resonamos en múltiples dimensiones (cuerpo, casa, territorio, planeta, sistemas y subsistemas). Cuando escuchamos la tierra que somos, sentimos el ritmo y compás de las cosas.

El ritmo del tiempo, es el ordenamiento intrínseco de la naturaleza. Y nosotrxs, en la observación de sus ciclos, quisimos atraparlo en una repetición de repeticiones, de diferentes “unidades de tiempo”. Dibujamos el tiempo en forma de línea, y con ello perdimos la consciencia cíclica.

Nos hemos separado tanto de la naturaleza, que olvidamos que, todo lo que creemos cierto, real, sólido e inamovible, son sólo demarcaciones (mentales, del lenguaje), que nos hemos inventado para darle dirección y sentido a nuestra existencia.

Desde esta perspectiva, L. Wittgenstein nos dirá que, en la base de toda la visión moderna del mundo, se encuentra la ilusión de que las llamadas leyes de la naturaleza son las explicaciones de los fenómenos naturales. Las leyes, como la ley de causalidad y otras, hablan de la red de fronteras y no de lo que la red describe.

Nos hemos desconectado tanto del ritmo orgánico de la madre tierra, que terminamos incorporando el tic tac mecánico. Nos adaptamos a ese ordenamiento de nuestra realidad y desde ahí hemos ido construyendo mandatos sociales que DEBEN ser cumplidos, para que el macro-orden se sostenga. Hemos separado mapa de territorio y las consecuencias han sido desastrosas.

Este signo, que tanto ha sido asociado a la lógica y el examen racional, en un sentido profundo, refiere a la sensibilidad para percibir la totalidad, a través de los patrones con los que la naturaleza se interconecta entre sí.

Liz Greene, refiriéndose a la Virgen (símbolo de este signo), nos habla de una apertura al flujo de la vida, a una disposición a confiar en el orden natural, a una aceptación a la penetración y al cambio.

La energía terrenal y mutable de este signo, nos invita a sumergirnos en la experiencia de reconectar con la tierra y sus dinámicas, entendiendo que no sólo somos esto, materia mortal que algún día dejará de existir, sino una manifestación del espíritu total, encarnando un pulso sagrado.

Este eje (Virgo/Piscis) nos habla de esto, de esa frontera llamada “lo mundano” y “lo divino”. Pero se nos ha enseñado en polarización, donde no es posible vivir estas dimensiones en armonía y complemento. Sin embargo, tradiciones antiguas, como la Alquimia, nos enseñan que sólo es posible crear un cuerpo de luz (evolucionar nuestra consciencia), a través de una experiencia terrenal, física y humanamente cotidiana.

Desde la perspectiva de Neptuno en Piscis, llevamos varios años en la disolución de esos límites imaginarios, pero que tantos condicionamientos nos han impuesto, en la experiencia de lo sagrado. Y cada vez que el Sol, o cualquier otro planeta, transita por Virgo, abre un fructífero diálogo con Neptuno. Quizás ya sea tiempo de volver reconectar con la unidad que somos, volver a ciclar con la naturaleza y abrir nuestra consciencia a nuevas y más amplias formas de interrelación.

Y siempre volver a pasar por el corazón, que SOMOS NATURALEZA, y que permitir que ella se exprese a través de nosotros, es dejar aparecer lo divino.

Buena siembra virginiana mis queridxs!

Mónica – @astrologia_conectiva

Fotografía: Steffa Márquez / Ig: @lamas_larry